miércoles, 4 de marzo de 2009

Sobre los prejuicios

Durante el curso de nuestras vidas hemos formado una visión de las cosas, de los otros y de nosotros mismos. Como esta visión nos resulta familiar, nos parece que es la más lógica y sensata, así como la única correcta. Debemos reconocer que formamos juicios acerca de personas sin tener conocimiento cabal sobre ellas. Es así que decimos que algunas personas son "diferentes", "extrañas" o "raras". No nos damos cuenta de que la actitud que da lugar a estos prejuicios respecto de otros es la misma que crea prejuicios en la forma en que nos vemos a nosotros mismos y a la realidad en general.
Así como nuestros prejuicios respecto de otros nos impiden conocerlos y tener una relación armónica con ellos, esos prejuicios también bloquean nuestro desenvolvimiento y no nos permiten ampliar la visión de nosotros mismos.
Advertimos fácilmente los prejuicios en los demás, pero nos resulta doloroso aceptar que también tenemos prejuicios. Juzgamos continuamente a los demás como prejuiciosos, pero nos sorprendemos con desagrado cuando alguien nos señala nuestros prejuicios.
Tenemos un prejuicio cada vez que tomamos una opinión como la verdad. Estamos habituados a pensar que nuestra toma de posición a favor o en contra de alguien o de algo refleja la verdad. Aún más, creemos que siempre hacemos un esfuerzo para superar nuestras preferencias de modo de mantener una visión ecuánime y justa.
Aunque nuestra comprensión nos dice que el mundo es diverso y que nuestro modo de ser, sentir y pensar es sólo uno entre muchos, no podemos evitar reaccionar cuando vemos personas que viven y piensan de manera diferente a la nuestra. Sentimos esa diferencia como si fueran peligros potenciales de los que debemos protegernos.
Respecto del conocimiento en general, nuestras opiniones se basan simplemente en lo que leímos, en conversasiones, en experiencias parciales o esporádicas, en la idea de moda. No nos resulta extraño que, aunque nuestras experiencias directas sean limitadas,nuestras opiniones abarquen muchos campos y sean firmes y sólidas. Tal vez esto sea así por que no podemos vivir sin la seguridad de estar en lo cierto, y por eso imaginamos que las ideas que tenemos son producto de lo que sabemos. En resumen, confundimos nuestras opiniones con conocimientos.
No sería muy sensato rechazar toda opinión simplemente porque no puede ser definitiva, puesto que necesitamos una base para manejar nuestra vida.
Pero si permanecemos conscientes de que nuestras opiniones
y juicios son necesariamente provisorios, podemos mantener la mente abierta a nuevos conocimientos, podemos seguir aprendiendo y sobre todo escuchando para mantener nuestros conocimientos y nuestras opiniones al día

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