jueves, 19 de marzo de 2009

Creer y las Creencias

No se puede empezar el Buen Camino del Espíritu sin tener fe, sin creer.

Creer no es adherirse a determinadas creencias.

Todas las religiones tienen sus creencias y unas afirman lo que otras niegan.

En realidad creer una u otra cosa sobrenatural y desconocida es siempre buena cosa porque predispone a la fe, pero no es lo esencial de la fe.

Creer es otra cosa.

Creer es una disposición peculiar e íntima del alma sin la cual toda tentativa de orden sobrenatural es imposible.

Creer es un abrirse del ser a lo que todavía no sabe. Es una predisposición a aceptar lo irracional.

Se llama irracional todo lo que la mente no ha podido comprobar con sus medios ya que ella no puede tener todo el material de conocimiento universal a su disposición y si lo tuviera, le sería imposible utilizarlo totalmente.

Creer es esa disposición segura del alma dispuesta a aceptar, dispuesta a confesar su limitación, dispuesta a encontrarse con lo desconocido.

Creer es sentir la verdad de lo que no se conoce pero que está en el alma, que se manifiesta sin ser conocido.

Creer es en una palabra, poseer la raíz de la fe que es seguridad sobrenatural en sí.

Las creencias creen en esto o en aquello, reconocen hechos sobrenaturales desconocidos y los afirman, predican y exponen al conocimiento de los fieles, dictan dogmas y doctrinas en donde la fe, por ellos, paulatinamente va penetrando al campo espiritual superior.

Pero la fe verdadera es un todo, es luz del alma, es seguridad de que todo lo imposible puede ser posible, es un vuelo sobre la razón para asentarse en la intuición, ese divino don de la mente que la pone en directo contacto con el Espíritu y que abre el campo a posibilidades infinitas.

La fe verdadera es tanta luz y da tal seguridad en sí, que hace posible al alma exclamar ante los prodigios y las más estupendas revelaciones “No necesito ver lo que ya conozco por la fe”.

Sólo los que creen sin ver, según las palabras de Cristo poseen la fe, porque están de antemano seguros de la verdad de su creer.

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