domingo, 28 de febrero de 2010

El hombre y el carruaje


Se dice que las personas son como un viaje de los que se hacía en coche de caballos. Podemos distinguir en él un carruaje, un cochero, un caballo, un camino y un señor o pasajero.

El carruaje representa nuestro cuerpo físico. Cuando el carruaje funciona bien, es fuerte y resistente, está bien engrasado, entonces el viaje es posible. Si una parte falla, el viaje se complica. Podría seguir rodando si la avería no es grave, pero sería más dificultoso, y si la avería es grave, el viaje se detiene hasta que se repara, o hasta que se sustituye el carruaje, lo cual a veces es complicado. Por eso es importante tener un buen carruaje y cuidarlo para que el viaje, habitualmente largo y peligroso de por sí, no se complique aún más.

El caballo representa nuestro cuerpo emocional, nuestras emociones, sentimientos, motivaciones. El caballo es la fuerza motriz de todo el viaje, es lo que hace que todo se mueva, a veces más deprisa o más despacio, a veces hacia adelante o hacia atrás. En la mayoría de las ocasiones el caballo elige por sí solo el camino y viaja a la velocidad correcta, pero es posible que se desboque o que elija un camino equivocado y nos lleve a un destino erróneo. Es una fuerza impulsiva que funciona bien si está bien controlada.

El cochero es el encargado de ejercer ese control y dominar al caballo. Representa nuestro cuerpo mental, nuestro ego. Son nuestros pensamientos, nuestra experiencia, nuestros conocimientos. En realidad, es el cochero es el que planifica el viaje y elige la mejor ruta para llegar al destino y luego dirige al caballo por los caminos más sencillos y a la velocidad adecuada para hacer el viaje cómodo. Debe cuidar que el caballo no se desboque pero también debe azuzarlo periódicamente para conseguir que siga caminando. Es una pieza muy importante, porque un mal cochero no sabrá dominar a un caballo fuerte y éste tomará decisiones por su cuenta, seguramente no las más apropiadas.

Todos estos elementos circulan por el camino. En este caso es fácil ver que el camino representa la vida y nuestra energía creativa, a veces una calzada llana, ancha y empedrada y a veces una estrecha, retorcida y embarrada caleya. A veces cuesta arriba y otras cuesta abajo. Todos sabemos que incluso las cuestas abajo pueden no ser lo más atrayente, los frenos se acaban calentando. Pero también llegan agradables llanos soleados donde se ve el horizonte y nuestro destino. Por el camino a menudo se encuentran posadas y compañeros de viaje, pero aunque haya elementos que ayuden, es el carruaje y los demás elementos los que han de avanzar. El cochero debe estar atento no sólo al camino, sino también al resto de vehículos que se encuentra, a veces amigos, a veces bandoleros.

Sin embargo, el que parece que no hace nada, el pasajero que se encuentra dentro del carruaje, escondido, sin decir palabra, es el más importante de todo el camino. Es el señor el que ha contratado el viaje, es el que lo ha hecho posible. Y más importante aún, es el que ha decidido a donde van todos. Este señor representa nuestra alma. Ocupa el mismo lugar, protegido dentro del carruaje, sin saber cómo alcanzar el destino, pero sabiendo desde el principio cual es. Está casi en estado meditativo, observando y no interviniendo, salvo cuando es imprescindible. Esta posición casi ausente, al margen, es lo que le hace estar presente, disfrutando del camino y atento para dar nuevas órdenes al cochero si lo considera oportuno.

Así pues, para que todo viaje llegue a buen destino, el ser humano debe:

- Desarrollar su capacidad mental de conexión con el alma, lo que se facilita con el silencio y la tranquilidad.

- Observar su cuerpo emocional y conocerlo para así poder controlarlo y dirigir su fuerza y energía de la mejor manera posible, alcanzando el equilibrio.

- Mantener el cuerpo físico en buen estado, realizando un buen mantenimiento y escuchando y observando los signos que nos indican que necesita reparación, para así conseguir que el viaje sea más fácil.

- Estar muy atento al camino para tomar las decisiones más apropiadas en función del entorno y sus circunstancias.

lunes, 22 de febrero de 2010

Tratar de ser mejor

Y de eso se trata no? tratar de ser mejor y hacer mejor nuestro mundo , seguir nuestra propia
vos interior y elegir, ...vivir conscientemente ...




domingo, 7 de febrero de 2010

El pasado


Según Marco Tulio Cicerón (político, filósofo, escritor y orador romano; 106 adC-43 adC), "El que no conoce su historia, toda su vida será un niño." Pero, ¿qué hacer para conocer nuestra historia? Esta enseñanza nos propone una actitud de sacrificio respecto de nuestro pasado que nos lleve a desapergarnos del él para aprender tanto de la experiencia individual de la colectiva.

Pero nos surgen más preguntas. ¿Quién puede desapegarse de su pasado? Y aún más, ¿quien puede desprenderse del condicionamiento producido por sus experiencias a través de las vidas y las muertes?

El condicionamiento producido por el pasado es una de las primeras dificultades que encontramos al procurar desenvolvernos espiritualmente. El pasado es un peso tan grande que a veces nos hace sentir impotentes para adelantar como deseamos. Cuantas veces oímos decir:"Quisiera ser mejor pero no puedo; vuelvo siempre a lo mismo, a ser como era."Hasta quienes están muy dedicados a su trabajo interior muy frecuentemente enfrentan el pasado como a un enemigo que, en forma de impulsos, recuerdos y habitos, les impide adelantar como anhelan".

"Yo siempre fui así", " me educaron de esta manera","esto me dio resultado","eso ya lo probé y fracase", son solo unas pocas de la infinidad de disculpas que encontramos para absolvernos y asentarnos en lo que ya pasó.

Krishnamurti decía: "Recordar es vivir el pasado y atarse a el".Atarnos a nuestro pasado hace que nos perpetuemos en nuestros errores y nos vanagloriemos de los éxitos ya pasados. Si bien las estas actitudes tienen raíces de índole psicológica ya que nos ayudan a justificar los errores con razones que nos exoneran o a sentirnos importantes recordando nuestros éxitos, por otro lado esas mismas actitudes nos impiden ver la posibilidad que nos brinda el presente de realizar los cambios que nos ayuden en nuestro desenvolvimiento.

Por otra parte, estudiar el pasado con desapego y objetividad nos enseña a corregir errores y a mejorar nuestros aciertos. El pasado es la retroalimentación que nos da perspectiva sobre lo que nos ocurre en el presente. Es bien conocido el adagio:"Aquellos que no estudian su historia están condenados a repetirla."

No todo lo que ocurrió en el pasado ha sido desafortunado o frustrante; también hemos tenido experiencias exitosas y estimulantes. Sien embargo necesitamos dejar atrás tanto esas buenas experiencias como las negativas para poder seguir aprendiendo. El éxito de ayer es recién un verdadero éxito cuando construimos sobre el en el presente y nos mantenemos abiertos para enriquecerlo con una visión cada vez mas amplia e incluyente.

El proceso de maduración y expansion del estado de conciencia presupone aprender del pasado y tambien desprenderse de el.

Fuente : Cafh un camino de desenvolvimiento- Enseñanzas - Sacrificio