domingo, 30 de mayo de 2010

El perro y el reflejo

 Le preguntaron a un  sabio: ¿quién te guió en el Camino?

El sabio contestó: un perro. Un día lo encontré casi muerto de sed a la orilla del río. Cada vez que veía su imagen en el agua, se asustaba y se alejaba creyendo que era otro perro. Finalmente, fue tal su necesidad que, venciendo su miedo se arrojó al agua, y entonces "el otro perro" se esfumó.
El perro descubrió que el obstáculo era él mismo y la barrera que lo separaba de lo que buscaba había desaparecido.

De esta misma manera, mi propio obstáculo desapareció cuando comprendí que "mi yo" era ese obstáculo. Fue la conducta de un perro la que me señaló por primera vez el Camino.

Cuento Sufi

martes, 25 de mayo de 2010

We are all one (Todo somos uno )

Aquí comparto un video que me pareció interesante, de una narración de Floyd Red Crow Westerman (17/08/36 - 13/12/07) indígena nativo americano nacido en la reserva Sioux de Lake Traverse en Dakota del Sur, Estados Unidos.
En vida se desempeñó como un importante activista y político reconocido defensor de las causas indígenas americanas, cantante y actor.
Invita a la reflexión sobre la falta de respeto de la raza humana hacia todo ser viviente sobre el Planeta, como así también las manipulaciones constantes a las que estamos sometidos por los intereses individuales y económicos de algunos pocos.


sábado, 22 de mayo de 2010

El lugar perfecto

...Y así como no existe el "momento oportuno" para la oración, has de saber, que tampoco existe lugar en esta tierra que posea sobre otros el privilegio o el poder de alimentar tu voluntad para que entres en unión con Dios. Si un sitio te inspira más que otros, espera a moverte de él, y te verás derrumbado como antes de buscar su amparo, que nada que se recibe en préstamo del mundo puede llamarse propio, ni de tu esencia.

   Y es que tú, y nadie mas tú, eres el lugar perfecto, tú mismo, adentro de tu mundo, de tu celeste casa, de tu territorio sublime, tú solo eres santuario, el altar, la morada del Padre. Si te ves con indiferencia o desgano, es porque confundes el reino de la esencia con el efimero castillejo del mundo y, así, no deseas buscar al primero, y te marchas de visitas al segundo.


¡Mira cuántos templos, pagodas, Iglesias y mezquitas levantó en esta Tierra el hombre que no pudo erigir en su Alma el trono de Dios ! Es inútil que se nos haya dicho " el reino del cielo esta en vosotros", nuestra sordera no lo escucha y así fabrica templos de cemento y ladrillos, puesto que nos resulta más fácil hacerlos de ese modo que construirlos de perdón, desapego y amor.

...Si yo no puedo ser la Casa de mi Señor, vaciándome de mundo para que Él penetre en ella, no hay lugar sobre la Tierra donde consiga reunirme con Él. Y no puede haberlo, porque el mundo es cambiante y el Ser no lo es, porque en lo exterior impera el movimiento y la Esencia es quietud.

...Corazón mío, eres el atrio de la oración más perfecta y acabada. ¡Dios sea alabado y glorificado en tí! Dios te otorgue la fuerza necesaria para que hagas de tu Morada la única Morada, hasta despertar y sentirte ya andando por la inefable ruta Celeste.

Extraido del libro "La Paz del Corazón"  de Ada Albrecht

sábado, 15 de mayo de 2010

EL COLADOR

Un grupo de devotos invitó a un maestro de meditación a la casa de uno de ellos para que los instruyera.
El maestro dijo que debían esforzarse por liberarse de reaccionar en demasía frente a los hechos de la vida diaria, por lograr una actitud de reverencia, y por adquirir la práctica regular de un método de meditación que, a su vez, les explicó en detalle.

El objetivo es:  darse cuenta de que la vida espiritual debe estar presente en todo.

Es estar conscientes de esto no sólo durante el período de meditación, sino constantemente, en lo cotidiano.

El proceso es como llenar un colador con agua.

El maestro hizo una reverencia ante ellos y partió.

El pequeño grupo se despidió de él y luego uno de ellos se dirigió a los demás, echando chispas de frustración: ¡Lo que nos dijo es como decirnos que nunca podremos lograrlo!

- ¡Llenar un colador con agua!
Escucho un sermón, rezo, leo algún libro sagrado, ayudo a mis vecinos con sus niños y ofrezco el mérito a Dios, o algo por el estilo y después me siento elevado.
Mi carácter mejora durante un tiempo... no me siento tan impaciente, ni hago tantos comentarios sobre otras personas.
Pero pronto el efecto se disipa y soy el mismo que antes.

¡Es como agua en un colador!, por supuesto. El nos dice que eso es todo.


Siguieron reflexionando sobre la imagen del colador sin lograr ninguna solución que los satisficiera a todos.
Algunos pensaron que el maestro les decía que las personas como ellos en este mundo sólo podían aspirar a una elevación transitoria, otros creyeron que el maestro simplemente les estaba tomando el pelo.
Otros pensaron que tal vez se estaría refiriendo a algo en los clásicos que suponía que ellos sabían... buscaron, entonces, referencias sobre un colador en la literatura clásica, sin ningún éxito.

Con el tiempo, el interés de todos se desvaneció, excepto el de una mujer que decidió ir a ver al maestro.
El maestro le dio un colador y un tazón, y fueron juntos a una playa cercana.

Se pararon sobre una roca rodeados por las olas.
- Muéstrame cómo llenas un colador con agua. - Le dijo el maestro
Ella se inclinó, tomó el colador en una mano y comenzó a llenarlo con el tazón.
El agua apenas llegaba a cubrir la base del colador y luego se filtraba a través de los agujeros.

- Con la práctica espiritual sucede lo mismo -dijo el maestro -

Mientras uno permanece de pie en la roca de la personalidad e intenta llenarse con cucharadas de conciencia espiritual.

No es ése el modo de llenar un colador con agua, ni nuestra esencia con vida espiritual.

- Entonces, ¿cómo se hace? -preguntó la mujer.

El maestro tomó el colador en sus manos y lo arrojó lejos al mar.

El colador flotó unos instantes y después se hundió.

- Ahora está lleno de agua y así permanecerá - dijo el maestro.
Ese es el modo de llenar un colador con agua y es el modo de realizar la práctica espiritual .

No se logra vertiendo pequeñas dosis de vida espiritual en la individualidad, sino arrojando la individualidad dentro del mar de la vida espiritual.

Historia de Sabiduría Zen

domingo, 9 de mayo de 2010

Cuidemos nuestra biosfera interior

En los últimos años hemos tomado conciencia de los problemas que afectan a nuestro planeta y de los efectos que nuestras acciones provocan en la biosfera. Es así como ecología y medio ambiente se han convertido en palabras habituales en el lenguaje cotidiano de muchos de nosotros. Podríamos decir que en tan solo dos generaciones se ha creado una conciencia global de que es nuestra responsabilidad cuidar de la Tierra, nuestra casa, la casa que compartimos. Cada vez con mayor regularidad aparecen llamados de alerta sobre el calentamiento global, la capa de ozono, la polución del aire y de los ríos, exhortándonos a que cuidemos los recursos: el aire, el agua, los bosques, la tierra, las especies animales. Tenemos que atender a todos estos elementos de nuestro medio ambiente exterior para paliar los efectos negativos que producimos. Por inmenso y complejo que parezca el conjunto de dificultades que afrontamos en este campo, crece el interés y el compromiso día a día para ir encontrando soluciones viables, cercanas, simples y efectivas.
Volvamos la mirada hacia nuestro interior. Para poder realizar el cambio que deseamos, es preciso que comencemos por transformar nuestro medio interior —nuestro mundo— y construir un ambiente armónico que nos convierta en seres humanos integrales. Allí, en ese medio interior, es donde ha de comenzar la tarea.

Una conocida frase nos dice que cada persona es un mundo. Y es así; cada uno de nosotros es un mundo con un modo de vivir que nos es propio y que deriva de nuestra condición humana y del tipo de ambiente en el que habitamos. La condición humana conforma un marco dentro del cual nos desenvolvemos; el ambiente en que vivimos, interior y exterior, es la variable sobre la que podemos incidir para conformar la biosfera espiritual que queremos que nos contenga.

Al tomar conciencia de que, dondequiera vayamos, somos portadores de un medio ambiente interior y que éste incide en los demás, también tomamos conciencia de que tenemos que protegerlo y cuidar su equilibrio. Vemos que existe una estrecha relación entre nuestro organismo, el medio ambiente interior que gestamos y el medio ambiente exterior que habitamos. Comprender —entender y actuar en consecuencia— nos lleva a comprometernos con el cuidado de esa biosfera espiritual, vulnerable, sutil, pero fundamental para desenvolvernos como seres humanos integrales.

Por ser seres libres y tener la facultad de elegir, contamos con la capacidad de transformar un desierto en un fértil valle y un fértil valle en un desierto, purificar el aire multiplicando bosques o hacerlo irrespirable deforestando, mantener las aguas claras y cristalinas o transformarlas en un maloliente lodazal. Esto mismo es lo que podemos hacer en nuestro mundo interior.

Somos depositarios de inmensos tesoros que tenemos que cuidar, potenciar y repartir. Preguntémonos cuáles son los bienes que queremos dejar como herencia a la humanidad; especialmente, recordemos que hay bienes no renovables por cuyo uso tenemos que responder. El uso del tiempo, las energías vitales, el potencial mental y afectivo están en nuestras manos, bajo nuestro cuidado para utilizar y disponer. Pensemos en el ecosistema que constituyen nuestros pensamientos. Protejamos esta fuente de vida que es nuestra mente. Pongamos nuestra inteligencia al servicio del bien común, ya que entre todos constituimos el cuerpo de la humanidad. Pensemos en el ecosistema que constituyen nuestros sentimientos y aspiraciones. Protejamos ese medio interior para que albergue sentimientos de amor, de compasión, de comprensión y amistad.


 José Luis Kutscherauer, Director de Cafh

domingo, 2 de mayo de 2010

El tiempo y los Plátanos

Un hombre decidió pasar algunas semanas en un monasterio de Nepal. Cierta tarde entró en uno de los numerosos templos de la región y encontró a un monje sentado en el altar, sonriendo. Le preguntó por qué sonreía.

    - "Porque entiendo el significado de los plátanos", fue su respuesta.

    Dicho esto, abrió la bolsa que llevaba, extrayendo de ella un plátano podrido.

    - "Esta es la vida que pasó y no fue aprovechada en el momento adecuado; ahora es demasiado tarde."

    Seguidamente, sacó de la bolsa un plátano aún verde, lo mostró y volvió a guardarlo.

    - "Esta es la vida que aún no sucedió, es necesario esperar el momento adecuado."

    Finalmente tomó un plátano maduro, lo peló y lo compartió con él.

    "Esta es la vida en el momento presente. Aliméntate con ella y vívela sin miedos y sin culpas."