sábado, 16 de octubre de 2010

Sabiduría ancestral

En 1854, Franklin Pierce, Presidente de los Estados Unidos de América, envió una oferta de compra al Jefe de Seattle, perteneciente a la tribu de los Suwamish. La intención era comprar los territorios del noroeste de los Estados Unidos, a cambio le ofrecía crear una reserva para el pueblo indio. Este Ilustre jefe Sioux, respondió con una carta llena de belleza y sabiduría.

"Jefe de los Caras Pálidas:¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra?, esa es para nosotros una idea extraña.Si nadie puede poseer la frescura del viento ni el fulgor del agua, ¿cómo es posible que usted se proponga comprarlos? Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada rama brillante de un pino, cada puñado de arena de las playas, la penumbra de la densa selva,cada rayo de luz y el zumbar de los insectos son sagrados en la memoria y vida de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo la historia del piel roja. Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra de origen cuando van a caminar entre las estrellas. (...) Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el ciervo, el caballo, el gran águila, son nuestros hermanos. Los picos rocosos, los surcos húmedos de las campiñas, el calor del cuerpo del potro y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.(...)Los ríos son nuestros hermanos, sacian nuestra sed. Los ríos cargan nuestras canoas y alimentan a nuestros niños. Si les vendemos nuestras tierras,ustedes deben recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son nuestros hermanos, y los suyos también. Por lo tanto, vosotros deberéis dar a los ríos la bondad que le dedicarían a cualquier hermano.Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestras costumbres. (...)No hay un lugar quieto en las ciudades del hombre blanco. Ningún lugar donde se pueda oír el florecer de las hojas en la primavera, o el batir las alas de un insecto. (...)¿Que resta de la vida si un hombre no puede oír el llorar solitario de un ave o el croar nocturno de las ranas al rededor de un lago?. (...)El aire es de mucho valor para el hombre piel roja, pues todas las cosas comparten el mismo aire -el animal, el árbol, el hombre - todos comparten el mismo soplo. Parece que el hombre blanco no siente el aire que respira. Como una persona agonizante, es insensible al mal olor. Pero si vendemos nuestra tierra al hombre blanco, el debe recordar que el aire es valioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con la vida que mantiene. El viento que dio a nuestros abuelos su primer respiro, también recibió su último suspiro. Si les vendemos nuestra tierra, ustedes deben mantenerla intacta y sagrada, como un lugar donde hasta el mismo hombre blanco pueda saborear el viento azucarado por las flores de los prados.Por lo tanto, vamos a meditar sobre vuestra oferta de comprar nuestra tierra. Si decidimos aceptar, impondré una condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.Soy un hombre salvaje y no comprendo ninguna otra forma de actuar. Vi un millar de búfalos pudriéndose en la planicie, abandonados por el hombre blanco que los abatió desde un tren al pasar.(...) No comprendo como es que el caballo humeante de fierro puede ser más importante que el búfalo, que nosotros sacrificamos solamente para sobrevivir.¿Qué es el hombre sin los animales?. Si todos los animales se fuesen, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu, pues lo que ocurra con los animales, en breve ocurrirá a los hombres. Hay una unión en todo. Para que respeten la tierra, digan a sus hijos que ella fue enriquecida con las vidas de nuestro pueblo.(...)Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas la cosas están relacionadas como la sangre que une una familia. Hay una unión en todo.Lo que ocurra con la tierra recaerá sobre los hijos de la tierra. El hombre no tejió el tejido de la vida; el es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciere al tejido, lo hará a sí mismo.Incluso el hombre blanco, cuyo Dios camina y habla como él, de amigo a amigo, no puede estar exento del destino común. Es posible que seamos hermanos, a pesar de todo. De una cosa estamos seguros que el hombre blanco llegará a descubrir algún día: nuestro Dios es el mismo Dios.(...) El es,el Dios del hombre, y su compasión es igual, tanto para el hombre piel roja como para el hombre blanco.(...)Cuando nos despojen de esta tierra, ustedes brillarán  intensamente iluminados  por la fuerza del Dios que los trajo a estas tierras y por alguna razón especial les dio el dominio sobre la tierra y sobre el hombre piel roja.Este destino es un misterio para nosotros, pues no comprendemos el que los búfalos sean exterminados, los caballos bravíos sean todos domados, los rincones secretos del bosque denso sean impregnados del olor de muchos hombres y la visión de las montañas obstruida por hilos de hablar."

lunes, 11 de octubre de 2010

El Hábito del Silencio

El silencio es cada vez más difícil de hallar en la vida del  hombre actual. Al no considerarlo como un valor real, no se lo conoce en todos sus aspectos, en su alcance interior, ni se sospecha los frutos espirituales que el hábito de silencio produce en el alma. Si bien el silencio exterior es deseable, no siempre es posible.

El movimiento natural del alma es del centro hacia la periferia. El hombre habla no solo para comunicarse, sino también por una necesidad natural e inconsciente de proyectarse hacia afuera.

La palabra no es más que un agente del alma; la verdadera comunicación anímica es siempre interior, espiritual.

El hábito de silencio detiene los movimientos periféricos, sujeta la tendencia a la expansión exterior incontrolada, termina con la costumbre de proyectar el alma en palabras , imágenes y movimientos.

El hábito de silencio cambia la vibración interior del ser, purificándola; aquieta los movimientos secundarios, orienta al alma hacia una toma de conciencia más profunda, hacia el conocimiento de sus movimientos genuinos, aquellos que responden a su linea de desenvolvimiento espiritual y a los requerimientos de sus posibilidades potenciales.

El hábito de callar enseña a amar el silencio, tan pleno de significado y riqueza. No consiste solamente en no hablar en demasía, sino enseña a no depender de los sentidos exteriores, ya que el alma solo se colma desde adentro.

El silencio enseña a no quejarse jamás.  El hábito del silencio transforma toda reacción en un movimiento interior de aceptación y ofrenda. La queja y protesta es siempre una reacción ante la vida o los hombres, e impide conocer la realidad de esa vida y esos hombres. El rechazo del sufrimiento muestra el temor a conocer lo contingente de la vida, tal como es en el mundo.

La búsqueda de la comodidad excesiva, del ocio inútil, del halago y el hartazgo, supone el mismo aturdimiento que el producido por el ruido continuo con el que la sociedad de nuestra época cubre los anhelos de liberación.

El silencio controla la ira y la excesiva emotividad;aquieta la mente y predispone al alma para la vida interior.

Del libro la Ascética de la Renuncia de Jorge Waxemberg

domingo, 3 de octubre de 2010

Compartiendo luz

Hu-Song, filosofo de Oriente, contó a sus discípulos la siguiente historia:

"... Varios hombres habían quedado encerrados por error en una oscura caverna donde no podían ver casi nada . Pasó algún tiempo, y uno de ellos logró encender una pequeña tea. Pero la luz que daba era tan escasa que aun así no se podía ver nada. Al hombre, sin embargo, se le ocurrió que con su luz podía ayudar a que cada uno de los demás prendieran su propia tea y así compartiendo la llama con todosla caverna se iluminó".
Uno de los discípulos preguntó a Hu-Song:
¿Qué nos enseña, maestro, este relato?
Y Hu-Song contestó : Nos enseña que nuestra luz sigue siendo oscuridad si no la compartimos con el prójimo. Y también nos dice que el compartir nuestra luz no la desvanece, sino que por el contrario la hace crecer.
"El compartir nos enriquece en lugar de hacernos mas pobres"
"Los momentos más felices son aquellos que hemos podido compartir"
Que Dios nos dé siempre la luz para iluminar a todos los que pasen por nuestro lado. La verdadera amistad es flor que se siembra con honestidad, se riega con afecto y crece a la luz de la comprensión.
De igual modo si iluminas tu corazón con amor, puede que ilumines a otro corazón, así se pueden llegar iluminar a miles de corazones con amor.