sábado, 31 de enero de 2009

Método de vida

Si miramos la magnificencia de la bóveda celeste, vemos como matemáticamente recorren sus órbitas los sistemas solares y los astros, las vueltas de los años cósmicos y los días humanos.
Puede observarse cómo todo es ley y orden en la Naturaleza, y la regularidad con que se suceden las estaciones del año.
Es necesario que el hombre impulse el ritmo de sus trabajos ,por eso conviene levantarse al alba y repartir los actos cotidianos ordenadamente. El tiempo no existe más que como duración; por eso las horas son rápidas o lentas, cortas o largas, según estén bien o mal repartidas. Para aquél que hace sus cosas bien y ordenadamente, hay tiempo y lugar para todo.
El cuerpo del hombre tiene que acostumbrarse a servir a su amo, y no éste a su físico. A su tiempo debe descansar, y a su tiempo, obrar y trabajar. No es conveniente prodigarle cuidados excesivos, ni tomarle por enemigo que se debe destruir. No es, en manos del ser consciente, sino un instrumento: si se lo acaricia, se adormece, si se lo castiga, se rebela, y si se lo dirige, obedece.
Hay quien se preocupa demasiado por la salud del cuerpo, no reflexionando que la salud física es el resultado natural de un discreto modo de vivir.
Bébanse aguas en abundancia , eliminando lo muy dulce y lo muy ácido; la alimentación debe ser regularizada, vigilada y medida, para que el ser esté fresco, ágil y flexible.
Diariamente, enemigos destructores, en la forma de millones de bacterias, se agolpan en las porosas puertas del organismo humano, para adueñarse de él, destruyendo sus tejidos, o infectando sus linfas. Aléjese del peligro con frescos baños, con una caminata matinal y con una respiración correcta.
En los ejercicios respiratorios no hay que adoptar métodos estrambóticos o afectados, sino el correcto modo de respirar en tres tiempos: inspírese ampliamente por las narices, reténgase unos instantes el aire en los pulmones y espírese fuertemente por la boca.

Las fuerzas físicas, ordenadamente distribuidas, reflejan el estado y la actividad de las fuerzas mentales.

domingo, 25 de enero de 2009

El autor de tu propia historia

El grado de amor se manifiesta en energía. Esta dentro nuestro, en la raíz de los propios pensamientos, sentimientos, anhelos, deseos más puros y hermosos. Como ser humano se está destinado a encontrarse con Dios, esto significa alcanzar un nivel de conciencia en que no exista separación con lo Divino. Todo genera energía, forjamos nuestro destino, lo condicionamos o liberamos de acuerdo a la vibración que parten de nuestras reales intenciones.

El libre albedrío da libertad de elección, construye la realidad que nos circunda, realidad de la cual somos participes directos y compartimos con muchos seres queridos. Necesitamos de creatividad para alimentar la realidad en la que estamos inmersos, y una visión hacia un sueño mas trascendente que nos permitamos imaginar. Dificultades existen para fortalecernos y motivarnos, o detener la propia marcha, depende de cada uno.

Pensemos que cada día elegimos nuestro propio rumbo y destino, escribimos la historia que queremos vivir.

domingo, 18 de enero de 2009

¿Hay vida despues de la muerte?

Todas las preguntas que se suscitaron aquel día en la reunión pública estaban referidas a la vida más allá de la muerte.

El Maestro se limitaba a sonreír sin dar una sola respuesta.

Cuando, más tarde, los discípulos le preguntaron por qué se había mostrado tan evasivo, él replicó:

- "¿No habéis observado que los que no saben qué hacer con esta vida son precisamente los que más desean otra vida que dure eternamente?".

- "Pero, ¿hay vida después de la muerte o no la hay?", insistió un discípulo.

- "¿Hay vida antes de la muerte? ¡Esta es la cuestión!", replicó enigmáticamente el Maestro

miércoles, 14 de enero de 2009

Una forma de meditar según Krishnamurti

"Si durante el día está usted alerta, si está atento a todo el movimiento del pensar, a lo que usted dice, a sus gestos -cómo se sienta, cómo camina, cómo habla- si está atento a sus respuestas, entonces todas las cosas ocultas salen a la luz muy fácilmente. En ese estado de atención lúcida, despierta, todo es puesto al descubierto."

La mayoría de nosotros está inatento. Darse cuenta de esa inatención, es atención. La meditación no es una fragmentación de la vida; no consiste en retirarse a un monasterio o encerrarse en una habitación sentándose quietamente por diez minutos o una hora en un intento de concentrarse para aprender a meditar, mientras que por el resto del tiempo uno continúa siendo un feísimo, desagradable ser humano. Para percibir la verdad, uno debe poseer una mente muy aguda, clara y precisa —no una mente astuta, torturada, sino una mente capaz de mirar sin distorsión alguna, una mente inocente y vulnerable. Tampoco puede percibir la verdad una mente llena de conocimientos; sólo puede hacerlo una mente que posee completa capacidad de aprender. Y también es necesario que la mente y el cuerpo sean altamente sensibles —con un cuerpo torpe, pesado, cargado de vino y comida, no se puede tratar de meditar. Por lo tanto, la mente debe estar muy despierta, sensible e inteligente. Las necesidades básicas para descubrir aquello que está mas allá de la medida del pensamiento, para descubrir algo que el pensamiento no ha producido son tres: 1) se debe producir un estado de altísima sensibilidad e inteligencia en la mente; 2) ésta debe ser capaz de percibir con lógica y orden; 3) finalmente, la mente debe estar disciplinada en alto grado. Una mente que ve las cosas con total claridad, sin distorsión alguna, sin prejuicios personales, ha comprendido el desorden y está libre de él; una mente así es virtuosa, ordenada. Sólo una mente muy ordenada puede ser sensible, inteligente. Es preciso estar atento al desorden que hay dentro de uno mismo, atento a las contradicciones, a las luchas dualísticas, a los deseos opuestos, atento a las actividades ideológicas y a su irrealidad. Uno ha de observar "lo que es" sin condenar, sin juzgar, sin evaluar en absoluto. La mayor parte del tiempo está uno inatento. Si usted sabe que está inatento, y presta atención en el momento de advertir la inatención, entonces ya está atento. La percepción alerta, la comprensión, es un estado de la mente de completo silencio, silencio en el cual no existe opinión, juicio ni evaluación alguna. Es realmente un escuchar desde el silencio. Y es sólo entonces que comprendemos algo en lo cual no está en absoluto envuelto el pensamiento. Esa atención, ese silencio, es un estado de meditación. Comprender el ahora es un inmenso problema de la meditación —ello es meditación. Comprender el pasado totalmente, ver dónde radica su importancia, ver la naturaleza del tiempo, todo eso forma parte de la meditación. En la meditación existe una gran belleza. Es una cosa extraordinaria. La meditación, no "cómo meditar". La meditación es la comprensión de uno mismo y, por lo tanto, significa echar los cimientos del orden —que es virtud— en el cual existe esa cualidad de disciplina que no es represión ni imitación ni control. Una mente así, se halla, entonces, en un estado de meditación. Meditar implica ver muy claramente, y no es posible ver claramente ni estar por completo involucrado en lo que uno ve, cuando hay un espacio entre el observador y la cosa observada. Cuando no hay pensamiento, cuando no hay información sobre el objeto, cuando no hay agrado ni desagrado sino tan sólo atención completa, entonces el espacio desaparece y, por lo tanto, está uno en relación completa con esa flor, con ese pájaro que vuela, con la nube o con ese rostro. Es sólo la mente inatenta que ha conocido lo que es estar atenta, la que dice: "¿Puedo estar atenta todo el tiempo?" A lo que uno debe estar atento, pues, es a la inatención. Estar alerta a la inatención, no a cómo mantener la atención. Cuando la mente se da cuenta de la inatención, ya está atenta —no hay que hacer nada más. La meditación es algo que requiere una formidable base de rectitud, virtud y orden. No se trata de algún estado místico o visionario inducido por el pensamiento, sino de algo que adviene natural y fácilmente cuando uno ha establecido las bases de una recta conducta. Sin tales bases, la meditación se vuelve meramente un escape, una fantasía. De modo que uno ha de asentar esas bases; en realidad, esta misma manera de asentar las bases, es la meditación.

sábado, 10 de enero de 2009

El Bienestar Físico

Pocos temas son tan importantes como el del bienestar físico y sus contrapartidas: la enfermedad y la muerte. La vida depende de la salud. Enfermarnos nos parece una catástrofe. Si tenemos la suerte de estar sanos, tendemos a vivir como si siempre fuera a ser así y descuidamos nuestra salud.
Por supuesto, la salud depende de muchos factores, algunos de los cuales están mas allá de nuestro control. La herencia, la constitución física y las enfermedades congénitas establecen condiciones que todavía no somos capaces de cambiar. Pero aun así podemos influir positivamente sobre nuestra salud. Lo principal es tener conciencia de la relación que existe entre la salud y nuestro modo de vivir, pensar y sentir, y recordar que no podemos separar la salud de la enfermedad, o la vida de la muerte.

lunes, 5 de enero de 2009

La Negatividad y Sufrimiento

La negatividad y el sufrimiento tienen raíces en el tiempo. La incomodidad, la ansiedad, el estrés, la preocupación - todas las formas del miedo - son causadas por exceso de futuro y demasiada poca presencia. La culpa, las lamentaciones, el resentimiento, las quejas, la tristeza, la amargura y todas las formas de falta de perdón son causadas por exceso de pasado y falta de presencia.
A la mayoría de las personas nos resulta difícil creer que es posible un estado de conciencia totalmente libre de negatividad. Y sin embargo ese es el estado liberado al que apuntan todas las enseñanzas espirituales. Es la promesa de salvación no en un futuro ilusorio sino justamente aquí y ahora .
Podemos encontrar difícil reconocer que el tiempo es la causa de nuestros sufrimientos y problemas. Creemos que la causan situaciones específicas de nuestras vidas, y vistos desde un punto de vista convencional, eso es verdad. Pero hasta que solucionemos la disfunción básica de la mente que causa todos los problemas - su apego al pasado y al futuro y su negación del presente -.estos son en realidad intercambiables. Si todos nuestros problemas o lo que percibimos como causa de sufrimiento o de infelicidad desaparecieran milagrosamente hoy, pero nosotros no nos hubiéramos vuelto mas presentes, mas conscientes, pronto volveríamos a encontrarnos dentro de una serie de problemas o de causas de un sufrimiento similar, como una sombra que nos sigue a donde quiera que vayamos. En últimas , solo hay un problema: La mente misma atada al tiempo.