miércoles, 24 de agosto de 2011

La senda interior

Era un discípulo honesto y de buen corazón, pero todavía su mente era un juego de luces y sombras y no había recobrado la comprensión amplia y conciliadora de una mente sin trabas. 

Como su motivación era sincera, estudiaba sin cesar y comparaba credos, filosofías y doctrinas. Realmente llegó a estar muy desconcertado al comprobar la proliferación de tantas enseñanzas y vías espirituales. Así, cuando tuvo ocasión de entrevistarse con su instructor espiritual, dijo: 
- Estoy confundido. ¿Acaso no existen demasiadas religiones, demasiadas sendas místicas, demasiadas doctrinas si la verdad es una?

 
Y el maestro repuso con firmeza: 
- ¡Qué dices, insensato! Cada hombre es una enseñanza, una doctrina. Aunque haya muchas vías, en última instancia sigue tu propia senda interior.

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