lunes, 6 de junio de 2011

Relación con el Enojo

¿Quien no se siente disgustado cuando algo no resulta como planeaba? Cuando nuestro disgusto aumenta y persiste, decimos que estamos enojados. No nos gusta ser víctima de nuestro enojo y , sin embargo, cuando nos dejamos llevar por él multiplicamos nuestros problemas.
         Cuando estamos enojados nos dejamos sumergir en sentimientos agresivos. El torrente de emociones que se arremolinan en nuestro interior concentra nuestra atención en la fuente de irritación.
Se vuelve difícil pensar en otra cosa.Aunque no ataquemos físicamente a la persona que nos hizo enojar, la atacamos con pensamientos y sentimientos violentos que habitualmente no tenemos. Volcar nuestro enojo con criticas y malos modos tiende a alimentar el fuego de nuestra ira y también crea resentimiento. Si permitimos que el enojo aumente, puede llegar a convertirse en ira. Cuando esto sucede ya no tenemos plena conciencia de lo que decimos o hacemos.
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        Estar enojado es una forma de venganza que se vuelve en contra de nosotros mismos. Por otra parte, el enojo socava nuestra base espiritual, porque nos mueve a actuar de la misma forma, o peor que la persona contra quien estamos reaccionando. Hasta el encuentro más común puede producir estos sentimientos de enojo; ¿cuantas veces nos ha sucedido que una persona diga algo que nos irrita y después siga su camino sin volver a pensar en nosotros o en lo que nos dijo?. Mientras tanto, permanecemos tan involucrados en el incidente que la atacamos mentalmente por mucho tiempo;mantenemos una discusión interior con alguien que ni siquiera sospecha que estamos enojados y, sin darnos cuenta, actuamos peor de lo que criticamos.
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El enojo implica la pérdida de nuestro control interior y, generalmente, también una falta de control exterior. Si bien no existe una formula para el enojo, podemos aislar dos aspectos en nuestro análisis del enojo: el efecto que produce en nosotros y en quienes nos rodean, y la relación que entablamos con el enojo mismo. Esta relación nos permite conocernos mejor, controlar nuestras reacciones y relacionarnos con los demás en forma positiva.
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Para aprender a mantener distancia entre nosotros y nuestro enojo, podemos hacer un pequeño ejercicio: tratar de vernos desde afuera, como nos ven los demás. Por supuesto, para hacer esto bien, primero es necesario separar nuestras reacciones de nuestras justificaciones; detener, por ejemplo, nuestra ansiedad por demostrar que tenemos razón.Si dejemos de lado nuestras razones para sentirnos como nos sentimos, podemos concentrarnos en trabajar positivamente sobre nuestro enojo. Este es un modo de tomar cierta distancia respecto de lo que esta ocurriendonos y , aunque tal vez no seamos capaces de controlarnos por completo, podremos mantener suficiente objetividad como para comprender mejor la situación.
El enojo no es una pasión que necesariamente deba dominarnos, sino un aspecto de nuestra personalidad al que podemos dar la forma y la orientación que sea mas beneficiosa en cada momento. El simple hecho de disponer de opciones nos brinda la oportunidad de mejorar continuamente nuestra relación con las personas y las circunstancias que nos encontramos a diario.
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Extractos de la enseñanza de Cafh -Vivir Conscientemente - Relación con el enojo       

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