viernes, 16 de abril de 2010

Santificar el Día

La vida diaria es de por si una disciplina de esfuerzo, de control y de trabajo. ¿Por qué entonces necesitarímos practicar otra disciplina más? ¿Por qué tenemos que practicar un método de vida?

La disciplina que practicamos entregandonos a la lucha del diario vivir, sin un esfuerzo deliberado por establecer objetivos claros y concretos y sin integrala a un fin ulitmo de unión con lo divino, resuelve algunos problemas acuciantes de la existencia pero desperdiga esfuerzos y choca con su propia limitación. El hecho de que cada ser humano establezca sus objetivos sin tener en cuenta el bien general y el de su propio desenvolvimiento espiritual, nos lleva a enfrentarnos unos con otros y a producir la confusión y el dolor tan comunes en el mundo de ayer y de hoy.

Si integramos un método de vida al diario vivir, podemos ordenar los esfuerzos que realizamos para que sean productivos para nosotros y para los demas. Concientizar cada acto nos ayuda a vivir en forma deliberada y centrados en el objetivo de la expansion de nuestra conciencia.

El primer escollo que encontramos para adoptar un método de vida ,que promueve nuestro desenvolvimiento espiritual , es la atracción que sentimos por valores contrarios a ese desenvolvimiento.

Vivir contra el reloj, no dedicar tiempo a la reflexión, buscar gratificaciones inmediatas sin medir consecuencias, escapar del estrés a traves del autoengaño, pensar que todo va a mejorar sin que cambiemos nada en nosotros para que ello ocurra, son algunos de los problemas que enfrentamos para decidirnos a adoptar un método de vida que nos ayude a desenvolvernos espiritualmente.

Como estamos acostumbrados a responder a necesidades imperiosas ( tengo que ir a trabajar porque de lo contrario no como ) y estas son muchas y muy variadas, tendemos a posponer todo lo que no entre dentro de este esquema de urgencia. Es así que tenemos tiempo para correr, para deseperarnos, para gastar nuestras energía vital en esfuerzos que no conducen muy lejos, pero no tenemos tiempo para pensar, para planear, para tomar decisiones y mucho menos para descubrir quienes somos y hacia donde vamos.

 Una disciplina  diaria adecuada nos provee de espacio interior y tiempo de reflexion , para la observación de nosotros mismos y de nuestra propia conducta; nos ayuda a establecer relaciones armónicas y nos da apertura para comprender  lo que ocurre a nuestro alrededor.

Todo esto se puede realizar dentro del marco de las obligaciones diarias, creando metódicamente espacios para la oración y haciendo de cada actividad, de cada obligación, de cada esparcimiento, un medio de autoconocimiento y de expresión de nuestros anhelos.

1 comentario:

Adriana Alba dijo...

Hermoso...había un monje que siempre hacía las tareas de cocina, pudiendo estar en otra área...un día otro monje le preguntó porque prefería lavar platos y pelar papas, y él contestó que santificaba su día al hacer esa tarea con amor!

Abrazos.