domingo, 16 de agosto de 2009

Relacionandonos con nuestro cuerpo


El cuerpo es un instrumento esencial e indispensable para nuestro desenvolvimiento espiritual.
Nos expresamos, experimentamos y aprendemos a través de nuestro cuerpo. Por eso es tan necesario que la relación con nuestro cuerpo se constructiva y este basada sobre el autocontrol y la responsabilidad.
Controlar nuestro cuerpo implica tener dominio sobre nuestros impulsos instintivos y sobre la tendencia hacia la auto-complacencia.
Cuando el impulso hacia la auto-complacencia prima sobre el amor, la soledad y el sinsabor cunden en nosotros , aunque "lo tengamos todo". Es importante, entonces, que comprendamos sus síntomas y consecuencias.
La pereza nos impulsa a buscar excesiva comodidad y a perder dominio sobre nuestra conducta en general.
La gula es un descontrol sobre nuestras necesidades de alimento.

Los impulsos sexuales son expresiones del instinto de conservación de la especie. Cuando están conducidos en por nuestra conciencia, dan frutos de bien. Cuando están dominados por la agresividad y ceguera, dan frutos de dolor. Cuando regimos los impulsos instintivos con la conciencia podemos distinguir con mayor claridad nuestras posibilidades y discernir mejor nuestro paso por la vida.
El control del cuerpo no es un fin en si mismo. De nada valdría que ejerciéramos gran control sobre el cuerpo si después no supiéramos orientar positivamente la energía que generamos con ese control. Que hacer con la energía es tan importante para nosotros como aprender a reservarla.

Somos responsables de nuestra energía, tanto a nivel personal como social.

Nuestra responsabilidad respecto a la energía es personal porque el tiempo de vida útil del cuerpo se puede acortar en forma significativa si no prestamos atención a nuestros hábitos. Somos responsables de que nuestro cuerpo nos rinda todo su potencial.

Nuestra responsabilidad tiene una dimensión social porque lo que hacemos con nuestro cuerpo afecta a la sociedad. Si usamos el cuerpo con sensatez lo transformamos en un elemento social constructivo.Por el contrario, si satisfacemos ciegamente nuestros deseos y seguimos nuestros impulsos sin discernirlos ni tener en cuenta los efectos que puede tener sobre nuestro cuerpo, corremos riesgos innecesarios, ya sea exponiéndonos a accidentes o a contraer enfermedades crónicas o , aun mas, mortales. Tarde o temprano nos transformamos en una carga para los demás y otros tienen que sumir las consecuencia de nuestras conductas.

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